Las lluvias de junio hacen temer fuegos devastadores a fin de verano

Las lluvias de junio hacen temer fuegos devastadores a fin de verano

28 July 2008

published by www.elperiodico.com


Spain — El anómalo comportamiento del clima trae variadas e importantes consecuencias. Este es uno de los veranos más atípicos de las últimas décadas. Las intensas e inesperadas lluvias de junio nos regalaron una larga primavera que por ahora ha frenado los temidos fuegos del verano. Los responsables de los Bomberos de la Generalitat sostienen que la tardía llegada del calor ha desplazado el riesgo de incendios forestales a la segunda quincena de agosto y principios de septiembre. También advierten de que ese retraso puede incrementar el efecto devastador de las llamas.
Basta con darse un paseo estos días por cualquier parque de Bomberos de la Generalitat. Los auxiliares forestales, 1.022 jóvenes contratados exclusivamente para colaborar en los incendios en el monte, todavía no se han ensuciado el uniforme de ceniza. Y casi cerramos julio.
Estas inhabituales condiciones meteorológicas de interminable primavera han mimado un sotobosque que está más crecido y frondoso que nunca. Y en cualquier incendio forestal, esa hierba descontrolada que crece bajo los árboles no es más que combustible para las llamas. De momento, las temperaturas han permitido que esa vegetación se mantenga húmeda, pero cuando arrecie el calor se acabará secando.


Un bombero quema un campo de rastrojos que después será sofocado como parte de un ejercicio,
el jueves, en Maçanet de la Selva (Selva). Foto: ELISENDA PONS

TRABAJO DE INTERPRETACIÓN
En el parque central que los Bomberos de la Generalitat tienen en el campus de la Universitat Autònoma de Bellaterra, Marc Castellnou determina cada día las zonas que presentan un mayor riesgo forestal. Esa predicción permite movilizar equipos –humanos y materiales–, por si acaso. Castellnou es el alma y el cerebro de los GRAF, la unidad especializada de los Bomberos de la Generalitat que ha sabido depurar las técnicas de extinción de incendios forestales y, lo más importante, interpretar y saber de antemano cómo se comportarán las llamas en una determinada masa forestal.
Los GRAF aplican la tecnología de la información al servicio de la extinción del fuego. “Hay comportamientos que se repiten. Se trata de buscarlos e interpretarlos en función de la nueva realidad forestal”, explica Castellnou. Y esas pautas permiten saber que este año el fuego llegará tarde, pero posiblemente con un riesgo mayor que en años anteriores. Y lo cuenta preocupado.
Antoni Rifà es el jefe de la división operativa de los Bomberos de la Generalitat. A él le toca interpretar y dar respuesta a las predicciones de Castellnou. Por lo pronto, ha decidido replantear la distribución del personal para la campaña de este año. Hay auxiliares forestales que han firmado para trabajar hasta diciembre, cuando lo normal era colgar las botas en septiembre u octubre. “En Tarragona los pinos empiezan ahora a perder las hojas secas, y en Barcelona no tardarán en hacerlo. Y lo ha-
rán sobre un sotobosque muy crecido por las lluvias de primavera. El riesgo es elevado porque, ante un incendio descontrolado, hay más combustible que nunca”, advierte Rifà.

PARADOJA DE LA EXTINCIÓN
También se da la llamada paradoja de la extinción. El perfeccionamiento de las técnicas ha permitido a los bomberos extinguir y evitar la propagación de muchos conatos de incendios causados por rayos. La tecnología les permite saber el recorrido de una tormenta eléctrica y anticiparse a cualquier posible inicio de fuego. El GRAF dispone de medios para saltar en cualquier punto del territorio desde un helicóptero y frenar manualmente el avance de las llamas. Esa efectividad ha evitado numerosos incendios y, por tanto, hay muchas masas forestales que hace años que no arden. Un éxito que esconde una dolorosa contradicción. “Si en una jornada coinciden los factores meteorológicos más adversos, se produce alguna simultaneidad con otros fuegos y se nos descontrola en una zona que hace mucho que no arde, hay más posibilidades de que ese incendio sea devastador”, advierte el analista de los GRAF.
“Dibujamos el peor de los escenarios porque debemos estar preparados y porque hay que ser conscientes de que se han incrementado algunos elementos de riesgo”, añade Rifà. En Catalunya hay más zona forestal que hace 50 años y cada vez hay más presencia urbana en las zonas de montaña. Una presencia que, ante un fuego, obligaría a primar los recursos en la tarea de salvar vidas, viviendas y, por último, el monte.

MÁS CONCIENCIA
Pero no hay que ser pesimistas. Rifà y Castellnou reconocen que ha crecido mucho la conciencia de la gente en cuanto al peligro de jugar con fuego en la montaña. Por ejemplo, el último lunes de Pascua fue la jornada con los mayores vientos en Catalunya de los 10 últimos años, con rachas de más de 120 kilómetros por hora. En Lleida y Tarragona todavía está muy viva la tradición popular de salir ese día a comer al campo. Pues bien, a pesar del viento y del éxodo de urbanitas a la montaña, ese día no se registró ni un solo incendio forestal en Catalunya por descuido humano.
“Tenemos las técnicas para saber qué puede pasar. Es imposible dise-
ñar una plantilla en previsión de un gran incendio, pero cuando llega, hay que saber gestionar los recursos para minimizar el efecto destructivo de las llamas”, concluye Rifà.


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