El fuego y la lluvia arrasan Galicia

El fuego y la lluvia arrasan Galicia

26 December 2006

published by www.hoy.es


Los gallegos revivieron en agosto la angustia del ‘Prestige’, en este caso con 1.900 incendios que quemaron 93.750 hectáreas de monte y en otoño llegaron las riadas

J. Esteban

Galicia, España — Una comunidad, la gallega, aún reponiéndose del desastre por el vertido del ‘Prestige’ ha vivido el peor verano y otoño que se recuerda en décadas. Las llamas arrasaron sus montes y, de nuevo, Galicia volvió a estar en el punto de mira de todos los españoles que, también de nuevo, no escatimaron a la hora de prestar ayuda. En este caso fueron decenas de bomberos de todo el país y voluntarios en la extinción de incendios los que se trasladaron hasta la Costa de la Muerte y demás zonas afectadas para combatir los efectos de los incendios forestales, la mayoría intencionados.

En toda España ardieron en el 2006 un total de 143.990 hectáreas forestales. La comunidad más afectada con gran diferencia es Galicia, que concentra 93.750 hectáreas, el 65% de lo quemado en todo el país. En segundo lugar está Castilla y León, con 16.598 hectáreas, y el tercer lugar lo ocupa Asturias, con 8.549, que representan el 6% del total nacional.

Los incendios forestales del 2006 ha supuesto la mayor superficie quemada a consecuencia de los fuegos en Galicia de los últimos 16 años, según datos divulgados por la Consejería de Medio Rural. De la zona quemada 53.271 hectáreas corresponden a superficie arbolada y otras 40.479 a áreas de monte raso.

La provincia de Pontevedra, con 40.825,5 hectáreas es la más afectada por los incendios, seguida de la de La Coruña con 34.676 hectáreas quemadas, mientras que la de Orense tuvo 12.144 hectáreas que ardieron y la de Lugo 6.104 hectáreas. El distrito más castigado por las llamas y el humo fue el de Caldas y O Salnés, en Pontevedra, con 19.236 hectáreas, así como la vecina comarca coruñesa de Barbanza con 10.468 hectáreas, ambos en el litoral gallego. También resultaron ampliamente perjudicados el distrito costero coruñés de Finisterre, con 13.070 hectáreas y de Deza-Tabeiros, en la provincia de Pontevedra con 10.154 hectáreas de terreno forestal quemadas.

Los incendios forestales registrados este año en Galicia -en particular la ola de fuegos sin precedentes registrada en agosto por la proximidad a zonas habitadas- dejó un trágico balance final con cinco muertos. Cientos de personas tuvieron que abandonar sus hogares ante el riesgo por la proximidad de las llamas, que les mantuvo en vilo día y noche. La situación de agonía que llegaba desde Galicia al resto de España generó una movilización sin precedentes de medios aéreos, terrestres y humanos, incluido el Ejército y ayuda de otros países europeos en las tareas de extinción y protección civil.

Mientras, un total de 73 personas fueron detenidas, acusadas de provocar los incendios, entre ellas un hombre identificado como S. P. P., de 52 años, con domicilio en Cerdedo, acusado de provocar 93 incendios en los montes gallegos. La juez constató la existencia de suficientes indicios como para imputarle tres delitos, entre los que destacan el de homicidio por imprudencia relacionado con la muerte de una mujer de 75 años y de su hija de 50 años, que resultaron atrapadas por el humo y las llamas en un incendio forestal en el término municipal de Cerdedo.

Las dos mujeres fallecidas viajaban el pasado 4 de agosto en un vehículo por la carretera N-541 cuando se vieron atrapadas por un incendio cuya autoría se le atribuye al vecino de Cerdedo. Entre los detenidos también figuran voluntarios que han trabajado en campañas anteriores en las brigadas forestales en Galicia.

Los gallegos permanecieron semanas enteras prácticamente sin dormir con el fin de atajar las lenguas de llamas que desde los montes amenazaban incluso a sus casas, ganados y campos de cultivo. Uno de estos fuegos cubrió de humo a Santiago de Compostela. Cinco helicópteros y dos hidroaviones trabajaron durante todo el día para evitar que el incendio que comenzó en Rois se propagara hasta la ciudad del Apóstol Santiago. Galicia vivió un verano cercada por la angustia.

Desolación

Cuando lograron atajar los incendios el panorama con el que se encontró la comunidad fue desolador. El consejo extraordinario de la Xunta de Galicia celebrado el 24 de agosto estimó en 100 millones de euros los daños producidos por los más de 1.900 incendios que afectaron a Galicia durante la primera quincena de agosto.

El gobierno gallego acordó destinar una cantidad de 13 millones de euros como media de choque para atender los casos más urgentes derivados de la oleada de fuegos, cantidad que será complementada con la del Gobierno. «Necesitamos reformular en profundidad el sistema operativo, e integrarlo en un sistema general de emergencias», reconoció el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, quien señaló que existe «un monte inútil socialmente, desordenado porque no logramos darle toda la rentabilidad social y económica que el monte debe tener». «Tenemos que revisar la política forestal», dijo.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó por un lado la zona y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, del PP, lo hizo por otro. Ambos políticos se acusaron mutuamente por la catástrofe mientras que los gallegos miraban al cielo para pedir que sujetara a las aguas torrenciales. La temida lluvia podía arrastrar las cenizas de los montes a las playas desprotegidas y acabar con el marisqueo que este año se reponía después de la catástrofe del ‘Prestige’. Al final, las desgracias no llegaron solas.

Nueve horas de lluvia

Nueve horas de lluvia torrencial sin interrupción que llegó a los cien litros por metro cuadrado en muchos puntos, unida a la pleamar en la costa y a las secuelas de los incendios forestales del pasado verano, provocaron en septiembre una de las mayores inundaciones que se recuerdan en Galicia. La provincia de Pontevedra fue la más perjudicada, sobre todo la comarca de O Salnés, cuya capital, Vilagarcía, amaneció anegada al desbordarse el río O Con.

Comercios con toda su mercancía arruinada, más de un millar de coches averiados, unos 1.200 niños sin clase en la provincia de Pontevedra, siete carreteras de la red viaria gallega cortadas y servicios básicos inutilizados fueron algunas de las consecuencias de las lluvias torrenciales caídas sobre Galicia.

En Caldas se calcula que se llegaron a retirar unas cincuenta toneladas de lodo, escombros y enseres inutilizados. En otras localidades, como Cangas, Bueu, O Grove o Cambados, también gran cantidad de mobiliario de viviendas particulares quedó arruinado y amontonado en las calles.

Carnota, Corcubión, Vimianzo, Aranga, Negreira, Dumbría, Finisterre, localidades que en agosto necesitaban la lluvia como el oxígeno para respirar, ofrecían un mes después la imagen desangelada de destrozos en comercios y viviendas y calles cubiertas de «lamadas». Ese fango negro, mezcla de ceniza y barro, que se abrió paso en cascada a través de los montes quemados el pasado verano porque en ellos ya hay vegetación que agarre el agua.

Una nueva «marea negra» alcanzó en el 2006 las costas de Galicia. Pero en esta ocasión no llegó desde el mar -como ocurrió con el hundimiento del petrolero ‘Prestige’- sino desde las laderas de los montes en las penínsulas formadas por las rías gallegas. Las secuelas del fuego que arrasó más de 90.000 hectáreas de monte llegaron en forma de cenizas y lodos hasta las cuencas fluviales, captaciones de agua para consumo doméstico y algunos arenales donde peligra la cría el marisco.


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