La vida y los bosques

La vida y los bosques

23 April 2007

published by www.invasor.cu


Millones de hectáreas de bosques se pierden cada año en el ámbito mundial debido, principalmente, a los grandes incendios forestales, con las lógicas afectaciones ambientales y socioeconómicas. Cuba no está exenta de este fenómeno. La provincia tampoco 

por Héctor E. Paz Alomar

Un fenómeno de singular importancia afronta el mundo moderno: los incendios forestales. El fuego es utilizado por el hombre desde tiempos muy remotos. Usado y controlado racional e inteligentemente, siempre ha sido vital para la vida. Sin él sería imposible la realización de importantes procesos.

Pero cuando se hace un mal manejo de la candela —negligencias de por medio—, se torna un enemigo feroz, desolador; a su paso provoca daños de todo tipo, unos a corto y mediano plazos; otros, irreparables.

Los bosques son aliados naturales del ser humano. Pero necesitan ser preservados, protegidos, para que continúen brindando abrigo, alimentos, fuentes de empleo, materias primas, refugio seguro para miles de especies del mundo animal y vegetal.

No puede perderse de vista otros beneficios que aportan: preservan la biodiversidad, almacenan dióxido de carbono atmosférico, filtran el agua de lluvia, contribuyen al mejoramiento de los suelos y los protegen de la erosión. Por supuesto, engalanan el entorno, oxigenan el ambiente, en fin, hacen más agradable y saludable lavida.

SIN EMBARGO,…

Un simple vistazo a informaciones e informes de agencias especializadas le eriza los pelos a cualquiera. Los que siguen a continuación son solo botones de muestra.

La Organización de las Naciones Unidas Para la Agricultura y la Alimentación (FAO) precisa que la deforestación continúa a una tasa inaceptable de 13 millones de hectáreas al año; añade que entre el ’90 y el 2005 el mundo perdió el tres por ciento de sus bosques, y que entre el 2000 y el 2005 la pérdida neta ascendió a 7,3 millones de hectáreas por año, o sea, ¡200 000! por día. África, señala, con aproximadamente el 16 por ciento de la superficie forestal del orbe, perdió el nueve por ciento de sus árboles entre el ’90 y el 2005. Y afirma el documento: Los países pobres están agotados por la quema.

Aún hay más datos. El Sistema Nacional de Protección Civil, de México, puntualiza que, “del primero de enero al 22 de marzo de 2007 se registró 1 119 incendios forestales en 29 estados, que afectaron
10 318 hectáreas, con las mayores incidencias en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, México y Michoacán”.

Mientras tanto, la Conferencia Panamericana sobre Incendios Forestales, celebrada en San José de Costa Rica, advirtió que la “tendencia de ocurrencia de incendios forestales en Canadá y Estados Unidos son similares, con fuegos cada vez más grandes”. Así, Canadá da cuenta de casi 8 500 siniestros anuales, con un promedio de 2,5 millones de hectáreas cada 12 meses. De igual forma, en los Estados Unidos —consigna la fuente— en los últimos cuatro años un quinteto de estados reporta los mayores incendios que se recuerden.

España no se queda a la zaga y una década atrás reflejó un promedio altísimo de fuegos en sus bosques.

No obstante, las causas son conocidas y predecibles, pues según las fuentes, abarcan desde aspectos ecológicos hasta los de orden social y/o económicos, o la conjunción de ambos y, también, las quemas agrícolas y de montes para la plantación de pastos, los equipos agrícolas sin matachispas, los rayos, entre otras, de las que no están desligadas lasnegligencias.

DEL LADO DE ACÁ

En Cuba el fenómeno también está presente, aunque en menor medida. Datos ofrecidos por el Cuerpo de Guardabosques, del Ministerio del Interior, dan cuenta de que en el quinquenio 2001-2005 ocurrieron 1 629 incendios, con unas 57 156 hectáreas afectadas en el ámbito nacional.

El cierre del 2006 arrojó 345 siniestros con incidencias negativas en unas 10 000 hectáreas.

Las causas principales están dadas por negligencias, traducidas estas en el incumplimiento o violación de las normas y medidas que están establecidas por el Cuerpo de Guardabosques y el Servicio Estatal Forestal, dos de las principales entidades encargadas de la guarda y cuidado de los bosques, aunque Cuba no es de los países más afectados.

Vale la pena recordar que unos 400 años atrás, la superficie forestal cubana cubría más del 85 por ciento de la Isla, Sin embargo, la tala indiscriminada e intereses comerciales la redujeron hasta un ínfimo 14 por ciento en 1959.

Con el triunfo de la Revolución fue vertebrada e institucionalizada la política tendente a revertir esa situación de forma paulatina. Se estableció un programa de reforestación, fueron creados el Cuerpo de Guardabosques (CGB), desde hace tiempo atendido por el Ministerio del Interior, y el Servicio Estatal Forestal (SEF), y aprobadas varias leyes, entre estas la Ley Forestal.

En estos momentos, el índice boscoso en Cuba supera el 24 por ciento, y el propósito es llegar al 2015 con 29,3.

Y AQUÍ ¿QUÉ?

Ciego de Ávila también ha ido avanzando en cuanto al incremento de la boscosidad. Al cierre del 2006 reflejaba un 15,68 por ciento de cobertura boscosa con un total de 106 401,2 hectáreas.

Sin embargo, esta porción de la geografía cubana no está libre de los incendios forestales. Como se conoce, la etapa octubre-mayo es la más propicia para la ocurrencia de este tipo de siniestro, sobre todo, los meses de febrero, marzo y abril, en los que se incrementa la temperatura, la velocidad del viento y la sequía, factores que propician el surgimiento de la candela.

Los datos suministrados por el Cuerpo de Guardabosques evidencian que en lo que va de campaña han ocurrido 14 incendios forestales controlados, con unas 333 hectáreas dañadas. 

Entre los municipios más afectados están Baraguá, donde en áreas de plantaciones artificiales del MINAZ ha habido cuatro, con incidencia en 110,2 hectáreas. De ese propio organismo corresponden 40 hectáreas de plantaciones artificiales a Venezuela, seis a Primero de Enero y 10 a Bolivia; siete al parque Ricardo Pérez Alemán; dos de bosques naturales ubicados en territorio de Bolivia, en áreas de la Empresa de Flora y Fauna; y 120 de hierbazal de ciénaga pertenecientes a Baraguá.

Otros 63 siniestros sofocados por varios comandos de protección contra Incendios asolaron 135,3 caballerías de caña en producción correspondientes al Ministerio del Azúcar en Ciego de Ávila, a las que se suman 12,35 de retoños, 3,3 de semilla y dos de gramínea de demolición. Municipios de mayor incidencia: Baraguá, Venezuela y Ciego de Ávila. De ese total, 31 fueron por negligencias y 14 accidentales.

Se añaden 21 más, estos de los llamados incendios en la colindancia, los que debido a la rápida actuación de los efectivos del CGB fueron cortados antes de que se pasaran a los bosques contiguos.

Entre las causas que más se destacan para la ocurrencia de incendios están: la circulación de vehículos y equipos agrícolas sin matachispas y de personal por áreas boscosas no autorizadas; la quema de basura y otros residuos, y el ordeno y uso del fuego en zonas forestales o su colindancia sin la debida autorización del CGB y del Instituto de Suelos.

Y, principalmente, el incumplimiento del plan de trochas cortafuego, con los mayores débitos en los municipios de Chambas, Primero de Enero y Bolivia; y las empresas Flora y Fauna, con el 63,8 por ciento, el MINAZ, con el 84,1 y el MINED, con el 9,1, respectivamente, hasta el cierre de la información.

También ha estado incidiendo desfavorablemente en esta problemática el incumplimiento de los tratamientos silvicultares a las plantaciones de manera general.

Por todo ello, tanto las direcciones del CGB como el SEF, instan a todos los organismos implicados y a los tenentes a reforzar el cumplimiento de todas y cada una de las medidas establecidas y la vigilancia en cada una de las áreas, con el fin de evitar la ocurrencia de incendios, entre estas, la señalización, el incremento del patrullaje, la colocación de matachispas, cumplir con el programa de trochas y los convenios de colaboración e intensificar la preparación de las brigadas.

RECUERDEN

Podemos conocer cuántos miles de pesos cuesta sembrar una hectárea de bosques o una de caña, por poner dos ejemplos. Esos serán valores monetarios, pero lo que sí es inmedible son los daños que causan los incendios desde el punto de vista ambiental y humano.

Tener presente que los gases liberados aumentan el calentamiento global, que desencadena gradualmente cambios climáticos, los que, a la larga, afectarán —de hecho ya lo están haciendo— a la especie humana.

No puede olvidarse que aparejado a esto ocurren daños socioeconómicos, ecológicos, en los suelos, en la vegetación, en los recursos hídricos, en el paisaje y en la biodiversidad. También, que infinidad de especies de plantas y animales desaparecen cada día por estas causas. La lista sería interminable.

Por todo ello, estamos obligados a detener y a revertir, paulatinamente, esa situación que, entre otros peligros que amenazan a la humanidad —guerras, agresiones, etcétera—, se mantiene latente. Y eso dependerá, en buena medida, de la acción de los hombres, convertidos en eficientes cuidadores de la floresta.


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