Morir en un incendio forestal

Morir en un incendio forestal

21July 2005

publishedby sevilla.abc.es


Vaya nuestro primer recuerdo para los componentes de la cuadrilla del retén que han encontrado la muerte cuando se disponían a combatir el mayor incendio forestal ocurrido en la historia más reciente de la provincia de Guadalajara, así como nuestro pésame a sus familiares. La pérdida de vidas humanas, cuando es como consecuencia de participar en trabajos para defender nuestros bosques de los incendios, resulta muy doloroso para los que profesionalmente nos dedicamos a conservarlos, y nos resistimos a entender que sea necesario pagar tan alto tributo.

Nos cuesta tener que volver a criticar la política forestal en materia de incendios forestales seguida en los últimos treinta años, precisamente ahora con once fallecidos en un incendio forestal. Nuestra opinión es la misma que hemos manifestado antes de cada campaña contra incendios forestales mediante distintos comunicados, y a través de nuestra participación en diversos foros de debate. La mayor parte de la sociedad asocia estas campañas sólo a la época de verano y a la extinción de los fuegos. Nosotros defendemos una actuación continuada a lo largo de todo el año. Las labores de prevención en nuestros montes son la única medida eficaz para que una vez iniciado el incendio, el personal dedicado a su extinción pueda combatirlo sin que éste alcance dimensiones catastróficas, con grave peligro para sus vidas.

A pesar de nuestras reiteradas llamadas de atención, en los tres últimos decenios las inversiones en medios de extinción han crecido de forma casi exponencial, mientras que las dedicadas a labores preventivas no han crecido en el mismo grado. Con esta mala política de prevención como la que tenemos en la actualidad, nos exponemos cada año a un riesgo mayor de que se repitan fatales incendios como el que arrasó el pasado verano 27.000 hectáreas en la provincia de Andalucía o, evidentemente, como el que tristemente nos ocupa estos días, el de la provincia de Guadalajara que, transcurridos días desde su inicio, sigue sin estar controlado por completo.

Los profesionales forestales, que hemos sido preparados para gestionar los montes bajo los principios de la sostenibilidad, sabemos que en cualquier masa en la que no se han aplicado los correspondientes tratamientos preventivos contra incendios y en la que existe una continuidad horizontal y vertical de la vegetación, al producirse un incendio éste avanza desprendiendo una media de 2.000 Kcal/m2, con una intensidad lineal entre 400 y 800 Kcal/m/s. Es una misión imposible parar un frente de estas características en un gran incendio aplicando solamente agua.

Los habitantes de los pueblos de la zona incendiada, con esa sabiduría natural heredada de la propia Naturaleza en la que están integrados, les hace quejarse, con razón, de la demora en la llegada de los medios para efectuar el primer ataque. Saben que de no combatir el fuego en los primeros momentos, y mientras exista continuidad en la vegetación, el incendio creará su propia dinámica, con enormes desprendimientos de calor y generación de fuertes corrientes convectivas de aire, que hacen ineficaz el ataque a los frentes con agua. Por eso ellos mismos acudieron con la maquinaria pesada.

Pero volviendo a la política forestal… ¿dónde está la norma legal que obligue a la ayuda a la regeneración de las zonas afectadas por estos grandes incendios? Parece que estos pequeños núcleos de población, que ahora han perdido los recursos naturales que formaban parte de su economía de subsistencia, han sido condenados a estar privados del aprovechamiento de estos recursos durante largas décadas. Si en estas zonas incendiadas no se producen inversiones inmediatas y prolongadas en el tiempo, hasta que una nueva masa forestal vuelva a alcanzar su madurez, los habitantes de las poblaciones damnificadas tendrán que abandonarlos para buscar su medio de vida en la ciudad o en otros pueblos. Así se agrava el problema de la despoblación de estos pequeños núcleos, tan necesarios para el cuidado y la conservación de nuestras áreas naturales, pues han sido ellos los mejores vigilantes de los bosques durante generaciones.

Cuando se produce un incendio forestal, la organización encargada de combatirlos (que insistimos una vez más, ha de estar formada por profesionales cualificados) debe tener dos principios fundamentales que cumplir: la rápida detección del mismo y la llegada inmediata del retén encargado del primer ataque. Si el incendio se escapa de este primer control, es él mismo, con su propia dinámica, el que nos va a ir marcando las actuaciones, buscando siempre el cumplimiento de las normas básicas de seguridad para las personas que lo combaten.

En la última década, se han levantado algunas voces diciendo que los incendios forestales se apagan en invierno. La convicción del Colegio de Ingenieros de Montes es precisamente ésta: la de conservar nuestros bienes naturales durante todo el año, y enseñar a conservarlos a una sociedad que ama el bosque y busca la protección de la naturaleza, pero a la que aún no han incluido los gobiernos en sus políticas de prevención. El ciudadano debe proteger el monte, pero para hacerlo, deben enseñarle cómo se hace.

Decano del Colegio de Ingenieros de Montes

ALEJANDRO VALLADARES CONDE


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