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                        Apagando incendios en el Amazonas

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Tal vez resulte particularmente difícil para muchas personas imaginar los efectos nocivos de los incendios en el Amazonas, así como poder abordar todos los detalles e implicancias.

Categóricamente y de forma acelerada, la selva va perdiendo en cantidad y calidad sus valores naturales y culturales, ante la pasible y cómplice mirada del hombre.

Algo más que incendios
Comenzando con la llegada de los primeros Europeos, el conocimiento implícito en cada hoja y gramo de tierra se ha venido subestimando en esta región. Donde histórica y deliberadamente, también se desconocieron los valores intrínsecos y particulares de los sistemas de vida, de las naciones indígenas establecidas y sus territorios ancestrales.

De forma preocupante, esa subestima también se prolonga hasta nuestros días por la gran mayoría de las personas. Descendientes y nativos que adoptaron y practican un modelo de vida consumista deliberado, colmado de necesidades infundadas.

Mentalizados equivocadamente a aplicar nuevos y pseudo modelos de desarrollo, van “limpiando” de forma sistemática (principalmente a fuerza de fuego), vastos territorios de vegetación selvática, para fines estrictamente productivos y comerciales.
Transformando penosamente: vida, paisajes, conocimiento y cultura, en algunas monedas. Las que ciertamente no tendrán más valor algún día.

A mayor cantidad de necesidades infundadas que se generan dentro y fuera de la región Amazónica, tanto más impactos se abaten sobre ella de forma directa o indirecta. Muchos de ellos materializados exclusivamente en grandes incendios.

Y en este preciso punto, radica la participación y responsabilidad directa de todos. Un verdadero ajuste en los modelos, percepción y responsabilidad global en los problemas.
Lo que de no ajustar a corto plazo, nos llevará seguramente a inciertos desenlaces.

Finalizando, nos resta exponer que el poder del fuego ha sido terrible para los ecosistemas y sus habitantes. Con el fuego no solo se han perdido especies, individuos y servicios ambientales, también preciada cultura.

Apagar los incendios amazónicos siempre fue y será una consecuencia generada directamente de una causa: el escaso valor otorgado a los ecosistemas, a la vida en todas sus manifestaciones y resultados, inclusive la propia vida humana.

Sobre las fotos enviadas
Refieren a las actividades de formación de Guardaparques, dentro de un curso desarrollado en el estado de Amapá-Brasil.
Durante el curso, y cuando el personal estaba en el descanso del mediodía ecuatorial, bajo una sensación térmica que superaba los 40 grados, llegó el aviso de un incendio en las proximidades.
Este incendio de carácter intencional generado sobre la vegetación, implicaba un riesgo directo no solo para la pérdida de la cobertura vegetal y fauna que allí habitaban, sino también para la vida y patrimonio de algunas familias pobres que tenían sus modestas casas y cultivos de subsistencia en las inmediaciones.

Dentro del grupo que había pasado por un entrenamiento previo de combate y manejo de fuego algunos días atrás, la pregunta fue: que hacemos?.
Y por decisión unánime de alumnos e instructores, la respuesta no se hizo esperar: “vamos a apagarlo!!”

Así fue, que con más voluntad que equipos necesarios y suficientes para el combate a incendios, entramos en acción al mediodía, justo a la peor hora.
Precisamente cuando las llamas se esparcen velozmente por el aire debido a las condiciones de alta temperatura y uno siente que el calor resulta insoportable para el cuerpo.

A esas alturas y en un santiamén, el incendio ya había arrasado plenamente y convertido a cenizas unas 3 hectáreas. Aproximándose peligrosamente a unas construcciones y plantaciones tradicionales de “coqueros”.
Racionalmente, parecía no tener control, y faltaba poco para que también ingresara en una zona en la cual ya sería imposible el combate, debido a la espesura de la vegetación y la cantidad de materia seca a disposición.

Oportunamente entramos en acción, muy motivados y contando solo con una organización de combate y abundante prudencia como base.
No teníamos agua, ni palas, ni implementos especializados. Pero mientras unos cortaban ramas, otros hacían lo que podían organizadamente sobre la línea de fuego con lo que tenían a mano. Se respiraba mucho humo, pero también coraje y determinación en el aire. El equipo conformado por unas 35 personas, se auto motivaba a cada instante.

Cuando por causa del humo, altas temperaturas, peligrosidad de las llamas, gran dimensión del fuego, falta de agua e implementos, pensábamos que no podría ser posible. Surgieron las esperanzas en algunos de los frentes donde manteníamos el combate directo. Por lo que paso a paso, se fue dominando la situación.

Posteriormente al intenso combate, restos humeantes fueron apagados, y al concluir totalmente las tareas, un destacamento de bomberos se hizo presente.

Felizmente nuestro equipo de protectores había realizado su contribución de una manera muy eficiente y profesional.

El haber tenido la oportunidad de vivir aquella experiencia tan contundente y con resultados positivos junto a los colegas, fue muy gratificante.
Viviendas y estructuras de vecinos, plantíos de subsistencia, vegetación nativa y nicho ecológico de algunas especies fueron salvos.

Pero, hasta cuando estaremos combatiendo incendios?
 


 
 
 
 

 


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